Los faros eran de tamaño completo pero estaban hechos de yeso y malla de alambre. Arrodilladas, unas mujeres frotaban con escombros la pasarela nueva de ladrillo para que pareciese vieja y gastada, y la draga trabajaba durante toda la noche para retirar desperdicios de varias décadas, poniendo a punto un nuevo paraíso mexicano para guatemaltecos.


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